hace mucho tiempo, quizá años, que este artículo merodea por mi cabeza. se trata del dilema ético, a mi parecer, entre escribir una buena obra de arte, ligada a la trascendencia, o bien reducirlo todo a la moda tan de nuestro tiempo de contaros mi trágica vida para despertaros compasión.
la compasión es una forma de dar pena, un cierto victimismo que funciona muy bien cuando el autor tiene dudas sobre su escrito. despertar los bajos instintos de pena, a veces fácilmente confundibles con la ternura, es un hábito muy recurrente sobre todo en poetas que se inician en la palabra. lo peor llega cuando esos poetas crecen y aun así aluden a la pena para tratar de llenar de emoción un texto que carece de ella. el ser humano es fácilmente maleable, sobre todo si no es ducho es ciertas artes. pongamos un ejemplo fácil: Joaquín Sabina. la ternura que suele despertar este señor en sus canciones (no lo vamos a considerar poeta) tiene bastante que ver con esa dosis de victimismo que las impregna. soy un desastre, que mala suerte tengo, siempre me pasa a mí lo peor... son efectos especiales de gran fuerza. en la poesía, sobre todo la más valorada, la más vendida, la más promocionada en nuestros días, ocurre lo mismo. y puede suceder en primera división, en segunda o en tercera regional, entre poetas del clan Visor, en poetas que aparecen en mil y una antologías de segunda fila o en poetas que leen sus versos en pubs. la pena vende mucho. pero no nos dejemos obnubilar por ella, ¿dónde queda la calidad del texto? hay poemas dedicados al 11-m que son realmente vomitivos. sobre todo cuando ninguno de los poetas que los han escrito han estado allí. yo lo he vivido. tardé 8 horas en encontrar a mi hermana. yo soy víctima del 11-m. ¿a que os acabo de despertar compasión? pues es un tema que todavía no he tocado en mis escritos. entre otras cosas porque todavía no sé escribir bien. y la pena en el lector escondería todos los defectos de mis palabras.
yo mismo he sido un poeta de la pena. un poeta victimista, quejándome de mi trágica vida, que realmente lo es, mucho más seguramente que la de aquellos que dicen también haber sufrido mucho. Bukowski se hizo famoso así. sólo sus primeros poemas se salvan de la quema. aun así ha sido como un hermano para mí. un hermano de borracheras y de penas. algo muy útil para follar cuando no sabes cómo entrarle a una tia. dar pena es el truco más viejo del mundo. nena, yo podría haber sido un gran poeta, pero el destino me ha fallado. de hecho la gran obra literaria de Bukowski no son sus escritos, sino él mismo. él era su obra literaria, su gran personaje de ficción. durante muchos años sufrió circunstancias que a un buen literato le deben importar bien poco, ya que algunas serían producidas por la mala suerte y otras por su propia estupidez humana, pero él ya se ocupó de vomitarlas todas en cuanto tuvo ocasión de tener un buen auditorio al que conmover. me habéis jodido tanto durante tantos años, que ahora mi venganza es contaros mis miserias. y encima sois tan estúpidos que me aplaudís. esa fue la gran obra de arte de Hank.
ahora viene el dilema: ¿nos dejamos llevar por la tentación fácil de despertar compasión en el otro, o nos elevamos sobre nuestras miserias para hacer algo realmente fuerte y consistente a través del tiempo, jugando con la posibilidad de mayor trascendencia? creedme que he visto muy buenos poetas y escritores amigos míos que no han tenido necesidad de recurrir al victimismo en sus lecturas, y aun así, han dejado caer su perorata sobre las condiciones tan duras en las que fueron escritos sus poemas, en medio de una tragedia personal, una catástrofe social o una crisis de identidad que les tuvo un tiempo en el psiquiatra. si yo os contara...
esta es la razón de más peso que me corta las alas a día de hoy para poder atreverme a escribir algo decente. no quiero dar pena. si algún acierto debo tener, que no sea por conmiseración, por ese sentimentalismo barato que nos une tan rápido a los humanos. para hacer terapia de grupo ya tengo con quien. y para escribir un buen poema, un buen relato o una buena novela, prefiero no contaros mi vida.
debe ser una cuestión del ego, que tengo baja la autoestima. pero no creo que me eche de menos la poesia: si de egos se trata, va sobrada de ellos.
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