23.1.07

de memes

Mrs. Bing me invita a participar en esto de los memes. Copiando sus palabras: Entiendo que consiste en contar 5 cosas de mí que sean secretas, o, más bien, que vosotros desconozcais...

1. De pequeño iba para torero. Mi tío fue novillero, llegó a torear una decena de novilladas, luego tuvo que dejarlo al no encontrar apoderado. Así q desde pequeño jugaba en la calle a los toros. Era la época en que todavía estaban bien vistos los toros y mi mejor amigo también era de tradición típica española: fútbol y toros, como en mi casa. Tenía una traje de luces colorao, como decía mi padre, estoque de madera, montera, banderillas, capote y muleta, ambas telas cosidas por mi abuela. Todavía conservo muchos de aquellos aperos. Y no dejéis nunca de pisar un albero, la tierra del ruedo. Es impresionante. Hay vibraciones. Huele a respeto y muerte.

2. He visto monstruos y fantasmas. Y no mola mucho.

3. Siempre huelo el cartón de la leche antes de echarme en el vaso. No soporto el olor de la leche agria.

4. Procuro cortarme las uñas los martes. Es una vieja superstición de un amigo brasileiro. Si pasa el martes, no te las puedes cortar hasta el martes siguiente. Si lo cumples, nunca te faltará el dinero (es una chorrada, pero a mí me hace ilusión acordarme así de mi amigo).

5. Hubo un tiempo en que escribía siempre con un fular al cuello, tipo Paco Umbral. Hasta en verano, en ropa interior, y con mi fular al cuello. Hace años. Fue durante mi primera novela.

Siguiendo la costumbre del sagrado ritual de los memes, encargo uno a: Valmon, Vanlat, Noa y Martín(Hache) Tuxo, que no me escribe en su bloggo.

Amén.

9.1.07

don Santiago


acabo de ver en televisión una entrevista, curiosamente, de dos personajes públicos a quienes he tenido la suerte de conocer, conversar con ellos, estrechar su mano. Santiago Carrillo y Fernando Sánchez Dragó. mi admirado Carrillo, como decía mi amigo Javi. admirado no tanto por su actividad política como por su palabra, su pensamiento, su adaptación. 91 años, que serán 92 en el día 18, le contemplan. y lo que me sigue llamando más la atención cada vez que habla es su honestidad. como todo ser humano, ha cometido errores a lo largo de su vida. como todos. pero curiosamente, al contrario que otras personas de su generación, ganadores de la guerra incivil, es capaz de reconocer dichos errores en público. esa valentía es la que le diferencia del resto.

siempre sostiene en sus entrevistas que él pensaba en su juventud que el mundo había que transformarlo, por necesidad de millones de seres humanos, por inercia, porque no podía ser de otra forma. y con ingenuidad pensaba que él vería con sus propios ojos ese cambio hacia un mundo socialista, más justo, más equilibrado, más amable. pero el hombre sueña y la realidad dispone. los cambios no han dado los frutos que él soñó. lo cual no impide seguir soñando, porque esto hay que transformarlo, como diría don Santiago.

cuando volvió de su exilio, el tiempo había hecho su trabajo. se temía una respuesta vengativa, por el exilio, por las cárceles, por los muertos, por la represión. pero vino con otras aspiraciones, mucho más humildes. democracia, eurocomunismo, concordia. el mundo había evolucionado desde los totalitarismos de los años 30. y hasta el propio Juan Carlos I supo reconocer su aportación al clima democrático del país en su cena de 90 cumpleaños, justo la noche en que se retiró la estatua de Franco de los Nuevos Ministerios en Madrid. un guiño a la historia que se había hecho esperar demasiados años.

me quedo con esa lección de vida, con esa adaptación a los tiempos de un hombre luchador y valiente, imperfecto y honesto. quizá lo único que podemos esperar todos de la vida es que nada va a ser jamás como lo hemos soñado. pero repito: eso no impide seguir soñando.


y de la altura de nuestros sueños obtendremos una realidad más digna (o más sucia).

4.1.07

yo soy Bandini, Arturo Bandini

Yo era joven, pasaba hambre, bebía, quería ser escritor. Casi todos los libros que leía pertenecían a la Biblioteca Municipal del centro de Los Angeles, pero nada de cuanto me caía en las manos tenía que ver conmigo, con las calles, ni con las personas que me rodeaban. Me daba la sensación de que todos se dedicaban a hacer juegos de prestidigitación con las palabras, que aquellos que no tenían prácticamente nada que decir pasaban por escritores de primera línea. Sus libros eran una mezcla de sutileza, artesanía y formalismo, y era esto lo que se leía, se enseñaba en las escuelas, se digería y se transmitía. Era un invento cómodo, una Logocultura ingeniosa y prudente. Había que volver a los autores anteriores a la Revolución Rusa para encontrar algo de aventura, un poco de pasión. Había excepciones, pero eran tan escasas que se agotaban rápidamente y uno se quedaba sin saber qué hacer ante las filas interminables de libros insípidos. A pesar de todo lo que podía haberse aprendido en los siglos precedentes, los autores modernos no eran lo que se dice muy hábiles.
Cogía de las estanterías un libro tras otro. ¿Por qué nadie decía nada? ¿Por qué no alzaba nadie la voz por encima de la de los demás?
Probé en las distintas secciones de la biblioteca. La sala de Religión me pareció un páramo tan vasto como inútil. Fui a la de Filosofía. Di con un par de alemanes resentidos que me estimularon una temporada, hasta que los olvidé. Probé con las matemáticas, pero las matemáticas superiores no se diferenciaban de la religión. No me afectaban en absoluto. Lo que yo buscaba no se encontraba al parecer en ninguna parte.
Probé con la geología, y al principio sentí cierta curiosidad, pero me resultó insustancial a la postre.
Descubrí ciertos libros sobre cirugía y me gustaron los libros sobre cirugía: las palabras eran nuevas y maravillosas las ilustraciones. En concreto, me gustaron y memoricé los detalles de las operaciones del mesocolon.
Al final abandoné la cirugía y volví a la gran sala abarrotada de autores de novelas y cuentos. (Cuando tenía morapio en abundancia no iba por la biblioteca. Una biblioteca era un lugar estupendo para pasar el rato cuando no se tenía nada para comer o beber y cuando la dueña de la casa le perseguía a uno con los recibos atrasados del alquiler. En la biblioteca, por lo menos, se podía ir al lavabo sin problemas.) Vi muchísimos compañeros de vagabundeo allí, y casi todos dormidos sobre el libro abierto.
Seguí recorriendo la sala general de lectura, cogiendo libros de los estantes, leyendo unas cuantas líneas, unas cuantas páginas, y dejándolos en su sitio a continuación.
Pero cierto día cogí un libro, lo abrí y se produjo un descubrimiento. Pasé unos minutos hojeándolo. Y entonces, a semejanza del hombre que ha encontrado oro en los basureros municipales, me llevé el libro a una mesa. Las líneas se encadenaban con soltura a lo largo de las páginas, allí había fluidez. Cada renglón poseía energía propia y lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia misma de los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación de que allí se había esculpido algo. He allí, por fin, un hombre que no se asustaba de los sentimientos. El humor y el sufrimiento se entremezclaban con sencillez soberbia. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal como imprevisto.
Tenía tarjeta de lector. Rellené la hoja del servicio de préstamo, me llevé el libro a casa, me tumbé en la cama, me puse a leerlo y mucho antes de acabarlo supe que había dado con un autor que había encontrado una forma distinta de escribir. El libro se titulaba Pregúntale al polvo y el autor se llamaba John Fante. Tendría una influencia vitalicia en mis propios libros. Acabé Pregúntale al polvo y busqué más libros de Fante en la biblioteca. Encontré dos: Dago Red y Espera a la primavera, Bandini. La calidad era la misma, se habían escrito con el corazón y las entrañas y no hablaban de otra cosa.
Sí, Fante tuvo sobre mí un efecto poderoso. Poco después de leer los libros que he citado conviví con una mujer. Estaba más alcoholizada que yo, sosteníamos peleas violentas y a menudo le gritaba: «¡No me llames hijo de puta! ¡Yo soy Bandini, Arturo Bandini!».
Fante fue para mí como un dios, pero yo sabía que a los dioses hay que dejarles en paz, que no hay que llamar a su puerta. Sin embargo, me ponía a hacer conjeturas sobre el punto exacto de Angel’s Flight en que al parecer había vivido y hasta pensaba que a lo mejor seguía viviendo allí. Casi todos los días pasaba por el lugar y me preguntaba: ¿será ésa la ventana por la que se deslizaba Camila? ¿Es ésa la puerta de la pensión? ¿Es ése el vestíbulo? No lo he sabido nunca.
Treinta y nueve años más tarde he vuelto a leer Pregúntale al polvo. Quiero decir que lo he vuelto a leer este año y que todavía se sostiene, al igual que las demás obras de Fante, pero que éste es el libro que prefiero porque constituyó mi primer encuentro con la magia. Escribió otros libros, además de Dago red y Espera a la primavera, Bandini. Por ejemplo, Plenitud de vida y La hermandad de la uva. En la actualidad está escribiendo otra novela, A dream of Bunker Hill.
Al final, gracias a otras vicisitudes, he conocido al novelista este mismo año. Queda mucho por decir de la vida de John Fante. Una vida con una suerte extraordinaria, con un destino horrible y llena de una valentía tan natural como insólita. Es posible que se cuente algún día, aunque creo que a él no le gustaría que yo la contase aquí. Permítaseme decir, sin embargo, que en su forma de escribir y en su forma de vivir se dan las mismas constantes: fuerza, bondad y comprensión.
Es todo. A partir de este momento, el libro pertenece al lector.

CHARLES BUKOWSKI
5-6-79

3.1.07

la tarde del 31 de diciembre

qué se puede esperar
de una tarde
en la que todos están
demasiado ocupados con tirar petardos,
demasiado ocupados en celebrar que
el año se acaba,
necios que no saben que dentro de unas horas
tendrán que enfrentarse a un nuevo año por delante
con tardes tan feas como ésta,
tardes tan feas
como el culo de George Bush cagando serpientes
que recorrerán todas las cañerías
y vendrán a retorcerse sobre nuestro cuello
entrando en nuestras hogares
a través de la taza del wáter
o la televisión.

en tardes así reconozco
que nunca he sabido comunicar nada
pero aún poseo cierta dignidad
que procede de los garabatos escritos.
aún poseo la honestidad que conceden
los bares y los hospitales,
la honestidad que conceden las putas.

tengo una tarde fea
y la manos frías
pero con un poco de suerte,
se pasará, como todo,
y entonces tendré otra oportunidad
de comunicarme contigo.

hubo otra mitad en la foto


tenía el ordenador apagado ya y estaba en la cama debajo del edredón, pero mi cabeza se ha ido de paseo por los recuerdos y si alguien merece un esfuerzo, alguien de mi vida, una de esas personas, eres tú. supongo que todo viene por una película que vimos juntos, que ahora, al volver a verla, me ha recordado a ti y aquellos años compartidos. la película es 28 días, con Sandra Bullock, ¿te acuerdas? me ha traído a la memoria un montón de risas, de miradas, de caricias, de besos, de complicidad, tantas cosas que fuimos compartiendo y aprendiendo juntos. nos elegimos después de muchas miradas furtivas, miradas con intenciones y luego... tú ya lo sabes, todo fue seguido. escapadas, excursiones, museos, cenas, películas, paseos y conversaciones, miles de palabras por el aire.

no sé si estoy nostálgico, pero bueno, tú ya sabes que con el frío me pongo blando y luego se me pasa. libros, esperas, llamadas, algunas lágrimas compartidas. no quiero ponerte triste, ni hacerte revolver el pasado. sólo quería hacerte cómplice de mis pensamientos, una vez más, y hacerte mirar con una sonrisa todo aquello que pasamos juntos durante cuatro años. para mí desde luego fueron 4 años maravillosos. y no han ido al cajón del olvido, porque esta misma noche he querido rescatarlos.

uno comete errores, como es humano, pero no quería ceder al olvido una vez más. sobre todo con personas importantes en la vida de uno. y me apetecía hacer justicia con la memoria de nuestros años juntos y con la memoria de tus ojos azules en los míos. tienes un trozo de mi corazón, me alegro de que así sea.

quizá estas no sean mis mejores palabras -tú sabes que a veces las vendo caras y también sabes que pueden ser más talentosas- pero desde luego son unas palabras muy sinceras. recibe mi beso.

2.1.07

almacén de palabras

el almacén está engordando, debe ser el paso del tiempo. no ordeno sus palabras salvo porque se agrupan ellas solas en una composición que algunos pueden llamar poemas, que otros llamarán columnas y que yo llamo... no importa. ya vendrá el encargado a etiquetarlas. yo sólo trabajo en este almacén como mozo de carga y descarga de ideas e historias. de la fusión nacen los cócteles más elegantes y los cócteles más explosivos, los molotov y los auténticos decadentes, bárbaros, salvajes, puros y, como diría un amigo argento, con entereza y estilo. la fuerza se sobreentiende. 2007 será un año más para el almacén. ya veremos su producción.